La ciencia moderna se estructura en tres esferas muy bien delimitadas: producción, comunicación y consumo. Si bien en los inicios del desarrollo científico que caracteriza a la era actual los procesos de la comunicación o la transmisión de los conocimientos ocurrían en el marco del propio trabajo de sus creadores, el tiempo y los conocimientos que gradualmente comenzó a exigir tal actividad, llevaron a que ésta se separara definitivamente de las tareas creativas, al menos en su aspecto formal.
A tal efecto, las instituciones de información deben tener un dominio lo suficientemente amplio del vasto universo de fuentes y canales disponibles, como para poder determinar aquéllos capaces de producir o transmitir la información más útil (selección), y adecuar cualitativa y cuantitativamente su entrega a la satisfacción de un conjunto de necesidades predeterminadas, por cuyo aseguramiento deben responder (servicios).
La transformación de las fuentes y canales adquiridas en recursos informacionales, es decir, su consideración para el cumplimiento de determinados objetivos, metas y tareas dentro de la actividad que desarrollan los individuos u organizaciones a las que prestan servicios, se ha convertido en una prioridad informacional y económica de las instituciones de información modernas.
GABRIELA LIZETH YAÑEZ SÁNCHEZ
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